Acaba de comenzar el día, y si no piensa en el paro, la clase política, la corrupción y la economía (que no es poco), es muy probable que tenga la percepción de mantener su vida bajo control (más o menos). Además, está contento con su salud y se cuida (o eso dicen encuestas como las del Instituto Nacional de Estadística), así es que tiene razones fundadas para sentirse libre de amenazas. Pero no se confíe, porque desde que pone el pie en el suelo está expuesto a pequeñas trampas que le demostrarán que no hace las cosas tan bien como pensaba. Estos son algunos errores que puede cometer en poco más de 60 minutos de cotidianidad.
1. Haber dormido más de la cuenta
Puede sonar tentador, pero no es una buena idea arrancar la jornada tras 10 horas de sueño. Son incuestionables los beneficios de los brazos de Morfeo, pero si duerme más de nueve horas diarias, su tiempo en reposo, sobre todo si no es aficionado a la actividad física, se dispara, mermando, entre otras cosas, su longevidad, según un estudio australiano en el que participaron cerca de un millón y medio de personas cuyos resultados se publicaron recientemente en ‘Plos Medicine’. El estudio matiza: menos de 7 horas, sobre todo si bebe y fuma, también acorta la vida. ¿Qué tal unas plácidas 8?
2. Consultar Facebook desde la cama
El teléfono, fuera de la habitación. Un trabajo de la Universidad de Pittsburgh, financiado por el Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos, ha comprobado que los jóvenes que pasan mucho tiempo conectados a las redes sociales son propensos a sufrir trastornos del sueño. «Cada dispositivo eléctronico en la habitación reduce media hora el sueño de los adolescentes», aseguró a EL PAÍS el investigador de la Universidad de Harvard Charles Czeisler. También sucede con los adultos: la luz de onda corta de los dispositivos electrónicos empeora la calidad del descanso, según ‘PNAS’.
3. Rociarse con aroma de lavanda
Un poco de colonia es el último toque antes de salir de casa. Si sus preferencias se inclinan por el aroma a lavanda, tal vez haya notado picor e irritación de la piel. El responsable es el acetato de linalilo, un componente del aceite esencial de lavanda que no figura en la lista de compuestos alergénicos de la Directiva Europea y, por tanto, “no necesita ser declarado”, indica la investigadora Lina Hagvall, de la Universidad de Gotemburgo (Suecia). El riesgo viene cuando la sustancia entra en contacto con el aire y al reaccionar con el oxígeno se transforma en otro fuerte alergénico, tanto que, según el trabajo de esta científica, hasta el 2% de las personas que se exponen al compuesto tiene alergia de contacto. Cambie de perfume.
4. Quedarse pegado a la silla
Aunque esté de trabajo hasta arriba, no levantarse del asiento un par minutos por hora podría suponer problemas circulatorios. Francisco Guillén, que también es jefe del Servicio de Medicina Preventiva de la Clínica Universidad de Navarra, insiste en que “el mero hecho de estar sentados eleva el riesgo cardiovascular, aunque vayamos al gimnasio o hagamos actividad física en las horas posteriores”. Y recomienda levantarse cada hora unos dos minutos, «que puede ser lo que se tarda en ir a por un vaso de agua, atender una llamada telefónica de pie o acercarnos a la mesa de un compañero para decirle algo”. Si, además, puede trabajar en vertical durante algunos minutos, el beneficio será mayor, porque no solo evitará los riesgos del sendentarismo, sino que quemará hasta 87 calorías más que si lo hace sentado, según cálculos de la Universidad de Iowa.
5. Frotarse los ojos
Vaya desterrando la costumbre de frotarse los ojos al despertar, o cuando está delante del ordenador, porque podría favorecer un adelgazamiento y deformidad de la córnea (la parte transparente delantera del ojo). Nicolás López Ferrando, jefe de Oftalmología del Hospital General de Villalba, explica: «El frotamiento provoca una ligera inflamación de la córnea, que no llega a producir enrojecimiento del ojo pero sí es suficiente para activar las moléculas que causan inflamación y degeneración del colágeno”. La córnea se vuelve blanda y se deforma, y puede aparecer queratocono (que causa visión distorsionada y borrosa, miopía y astigmatismo, difíciles de corregir con gafas). No se asuste si se consuela con un ligero restregón. “El peligro es para los que se frotan enérgicamente, de forma llamativa”, advierte el especialista.
6. No lavarse bien las manos
En algún momento visita el baño, y sale disparado sin parar frente al lavabo. Mal hecho: está favoreciendo la propagación de gérmenes. Francisco Guillén, secretario de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene, insiste en la importancia de enjuagar con frecuencia esta parte del cuerpo, ya que podemos ir cogiendo bacterias desde el pomo de la puerta hasta de un vaso,y luego darle la mano a alguien. «La importancia del lavado de manos es para prevenir la transmisión de infecciones”, sentencia. Un estudio publicado en la revista ‘Journal of Environmental Health’ asegura que solo el 5% de las personas lo hace en el aseo de un modo adecuado. ¿Y cuál es esta forma? Lo detalla la OMS: frotar con jabón durante 15 segundos, sin olvidar uñas, espacios entre lo dedos y muñecas, aclarar y secar con una servilleta de papel con la que cerrar el grifo después.
7. Tener todo el día el móvil sujeto
Para empezar, la liberación por parte de los dispositivos de metales como el cobre o el níquel pueden provocar alergia por dermatitis de contacto en cara, manos, orejas y el cuello, como concluye un estudio realizado en las universidades de Copenhague, Loma Linda y Arizona. Y la cosa no acaba ahí: tanta obsesión podría acabar en ‘ringsiedad’, que es la percepción permanente de que su móvil está sonando cuando no es verdad. Este trastorno, según el diario ‘Cyberpsychology, Behavior and Social Networking’, es pasaporte para episodios de estrés, problemas de sueño y dolor de cabeza. «Si estamos pendientes y obsesionados con recibir un mensaje o una llamada, empachamos el proceso perceptivo y tenemos esa sensación”, aclara Ismael Dorado, psicólogo del Centro de Psicología y Fisioterapia Atlántida Ismael Dorado, en Madrid. La solución, según el experto, pasa por distraerse con otras cosas que le alejen del ‘smartphone’.
8. Olvidar las lágrimas artificiales en casa
Los usuarios de lentes de contacto conocen bien el peligro de infecciones oculares, debido al salto de bacterias de la piel del párpado inferior al interior del ojo cuando se introduce la lentilla, como sugiere un equipo de científicos de la Universidad de Nueva York. Las personas que toman pastillas para el acné también son propensas a estas dolencias, así como a padecer orzuelos, pues estos fármacos atrofian las glándulas sebáceas de la piel, disminuyendo la producción de grasa por las glándulas de los párpados, como asevera Nicolás López Ferrando. Los oftalmólogos aconsejan utilizar lágrimas artificiales en caso de personas con sequedad. «El especialista indicará el tipo de lágrima y la cantidad necesaria», matiza López Ferrando.